No hay potito comparable a una buena papilla preparada en casa, con ingredientes de calidad y hecha con cariño, ¿sí o sí? Pero claro, teniendo bebés y mil quehaceres, a ver quién se entretiene con el compra, pela, corta, hierve y tritura.
Cuando se tiene poco tiempo y mucho lío es cuando entran en acción los potitos.
¿Pasa algo por darle potitos al niño de vez en cuando o cuando no hay más opción? Pues no.
Y, ¿pasa algo por darle potitos al niño todos los días? Pues hombre, ahí ya tendríamos algo a puntualizar.
La clave, como siempre, está en el uso o en el abuso. Te contamos qué ventajas y qué desventajas tienen los potitos para qué puedas encontrar la justa medida sabiendo un poquito más.
Argumentos a favor
No podemos empezar a enumerar las ventajas de los potitos sin mencionar la palabra comodidad. ¿Quién no recurre al potito cuando se va de puente? ¿O de vacaciones a la playa?
Si es que hay ocasiones en las que llevarte el termo no es posible y los potitos nos salvan de más de una. Envasados al vacío aguantan mucho más que la comida casera, así que para llevarlos fuera son una muy buena opción.
Además, la calidad de los potitos va mejorando poco a poco. Se fabrican en base a la legislación vigente, y a nivel nutricional muy pocas diferencias tienen respecto a los que preparamos en casa. Durante su elaboración se tienen en cuenta los tiempos de cocción, la adecuada proporción de cada alimento y se prescinde de conservantes y aditivos innecesarios.
Argumentos en contra
Antes de ofrecerle potitos al bebé con demasiada frecuencia hay que tener en cuenta algunos aspectos. Por ejemplo:
-Hay que fijarse bien en sus ingredientes. Aunque no es lo más común, algunos pueden llevar sal o azúcares añadidos que no son nada recomendables. Un exceso de sal es perjudicial para los riñones de un bebé, aún inmaduros. Y el azúcar sólo aporta calorías pero ningún nutriente y además aumenta el riesgo de caries, también en los dientes de leche.
-Poco podemos conocer de la procedencia y calidad de los ingredientes. Tomando alimentos frescos y de temporada el aporte nutricional siempre será mejor.
-Otro inconveniente es que una vez abiertos, lo que sobra tendría que desecharse. Es mejor no aprovecharlo para siguientes tomas. En cambio la comida casera puede guardarse de forma segura un día entero en la nevera o incluso puede congelarse en pequeñas raciones.
-La textura e incluso el sabor de los diferentes potitos suele ser muy parecido. El hecho de preparar nosotros el puré nos permite modificar los ingredientes y las texturas y elaborar purés más variados. Es algo que resulta muy positivo para el bebé, cuanto antes se acostumbre a nuevas texturas y sabores, mucho mejor. De esta forma todo será más fácil y, a la larga, la hora de la comida no se convertirá en una batalla campal.
Nuestra recomendación
Lo mejor que le puedes pedir a un potito es que no contenga sal, ni azúcares añadidos y que esté fabricado con aceite de oliva. No dejes de leer el etiquetado.
Fíjate bien en los ingredientes y asegúrate de que tu bebé ya los haya consumido alguna vez, por ejemplo, muchos potitos de fruta contienen melocotón, fruta que algunos pediatras no recomiendan consumir hasta los 10-12 meses.
Ten en cuenta que la finalidad de la alimentación no es únicamente crecer y desarrollarse. También tiene un papel muy importante, ya desde la infancia, en la prevención de enfermedades en un futuro. Todo lo que puedas hacer para que la dieta de tus hijos sea equilibrada y sana jugará siempre a su favor.
¿Qué te ha parecido nuestro consejo de hoy? ¿Te declaras fan incondicional de los potitos o eres más de comida casera? Cuéntanos ;)